Arco vuelve a vender arte y España a comprárselo

Cada uno cuenta la feria como le va en ella. Sobre ARCOmadrid 2019 y pese a las múltiples lecturas del certamen, el mercado habla a coro. Más de la mitad de las ventas ha acabado en manos de coleccionistas españoles. Arco vuelve a vender arte y España a comprárselo. Lo constatan los galeristas habituales del encuentro que cerró sus puertas el 3 de marzo pasado: so pena de las previsiones de una cierta contención este año, los números aguantan el tipo y los coleccionistas nacionales empiezan a recuperar el terreno perdido durante la crisis en favor de latinoamericanos y europeos.

A falta todavía de sumar las operaciones que se cierren estos días de post feria, Arco huele a mejoría. La pasada edición, la feria se ha sacudido la estridencia. A excepción del Ninot del Rey, ninguna otra ocurrencia artística ha hecho recordar los años más extravagantes del certamen. La pintura ha recuperado terreno, también la escultura, y se ha reducido la oferta de galerías (203) y de artistas por espacio para convertir el paseo en una actividad placentera y alejada de la imagen de mercadillo de otras ediciones.

 

 

Arco 2019 preveía un impacto de 140 millones de euros sobre Madrid, que habrá alcanzado sin despeinarse como sugieren algunas de las cifras conocidas. Pese a la escasa transparencia de una industria a la que le cuesta acomodarse a las normas de esta era de la información, se sabe que el Museo Reina Sofía compró 19 obras por valor de 350.000 euros y que la galería italiana Prometeo tenía el jueves 28 de febrero una oferta para los 200.000 euros del precio del Ninot del Rey, al Miró (Personnage et oiseau) de cuatro millones de euros de la francesa Lelong también le hacen ojitos aunque al cierre de la feria todavía no había sido vendido, de la Guillermo de Osma salieron al menos una de sus piezas de un millón de euros y algunas otras de 450.000 euros, Malborough colocó una de sus obras de 400.000 euros, al menos dos por encima de los 200.000 euros, entre ellas un Juan Genovés por 220.000 euros que tuvieron que disputarse dos coleccionistas interesados en el mismo lienzo, un par de Gordillos entorno a 165.000 euros la pieza… y Juana de Aizpuru se ha felicitado por vender las obras más importantes al inicio de la feria, entre ellas una pieza de Albert Oehlen por 250.000 euros y que se llevó la Fundación María Cristina Masaveu.

Nada se conoce sobre el destino de Sun-scap, de Jackson Pollock, a un precio de 2.1 millones de euros en la galería Edward Tyler Nahem, ni de Au milieu, de Kandinsky, a la venta por 1,8 millones de euros por la de Leandro Navarro. Estas son las cifras más destacadas del montón de las facturas más altas en Arco, siempre observadas con cautela porque el mercado del arte es, no mentiroso, pero sí tan protector de sus datos que está condenado a la imprecisión.

 

Pese a la imagen extendida de feria elitista, el certamen madrileño también ha dado salida a piezas asequibles. Guillermo de Osma vendió por 400 euros una de la cual no quiso revelar título ni autoría, Rodríguez Gallery sacó Everything about the contemporary is panda por 700 euros y por 1.000 euros Moisés Pérez de Albéniz dio salida a una de sus esculturas aunque para compensar colocó dos Uslé por 20.000 euros la pieza. En las sedes con los artistas mejor cotizados, el mínimo siempre es más. El tope inferior de Malborough y Juana de Aizpuru está en 5.000 euros, mientras que otras casas como José de la Mano y Parra y Romero no han vendido por menos de 10.000.

 

 

Adiós a Carlos Urroz

Paradojas de esta industria global, los años más duros de la crisis fueron los coleccionistas latinoamericanos quienes sostuvieron -con hilos- el mercado del arte español. Con Venezuela atravesando una grave coyuntura política y económica, es España la que ha insuflado vida a galerías de aquel continente como Abra Caracas Gallery invitándoles a abrir la puerta del mercado europeo.

Pasadas ya las ediciones más extravagantes del encuentro, Arco parece haber inaugurado una nueva etapa en su convocatoria número 38, la última para Carlos Urroz tras casi una década como director y la primera para Maribel López, quien recoge su relevo. Así lo ha visto la presidenta del Consorcio de las Galerías Españolas de Arte Contemporáneo, Idoia Fernández. Parece que hay “más movimiento y alegría” en el mercado del arte español, aunque, teniendo en cuenta “el nivel de la plástica española”, ha dicho, “no entendemos por qué no hay un coleccionismo más activo, militante y defensor si se compara con otros países”.

 

 

Para fastidio de quienes querían darle la puntilla, el certamen ha estado más vivo esta 38 edición de la feria dedicada a Perú que en la mayoría de sus anteriores convocatorias, tocadas por la polémica (Blanket Infected with Smallpox de Joanna Rajkowska, Vaso medio lleno, Radical Abstractionism, Always Franco, No hay pan para tanto chorizo, Porno Queen …). Pese a la salud de sus números y a la simpatía rebosante, a la feria española le quedan todavía unos cuantos ceros para mirar de frente a los grandes nombres del sector como Art Basel y TEFAF, entre otras citas internacionales.

Lo viene repitiendo Clare McAndrew en sus informes bianuales sobre las cifras del mercado del arte en el mundo, en que reiteradamente atribuye a España un 1% del volumen global, frente al 40% que representa Estados Unidos, el 21% de Reino Unido o el 20% de China.

Eso mismo opina Helga de Alvear, directora de la galería homónima y quien en la pasada edición retirara a petición de Ifema la polémica obra Presos políticos de Santiago Serra. “Se vende poco”, confirma. La galerista alemana afincada en España apostó por Julian Rosefeldt para su stand, recubierto por una serie de retratos a gran escala de la actriz Cate Blanchet como personajes diferentes, que no vendió. Las operaciones, si bien se cierran de palabra en la feria, pueden culminarse meses después de echado el cierre (también es justo decir que muchas veces las compras se acuerdan antes del inicio de la cita, cuando los coleccionistas reciben el catálogo).

 

 

El efecto Art Basel

Arco es la primera feria del mundo en número de visitantes -supera los 100.000, pese a que el progresivo aumento del precio de la entrada hasta los 40 euros ha desmotivado a mucho público generalista- pero la undécima en volumen de negocio, de acuerdo a los informes de Skate’s Art Market Research, por detrás por supuesto de Art Basel Miami, la Olimpiada de los certámenes internacionales, y cuyo impacto económico sobre la zona ha desbordado todas las previsiones. En este ranking, le siguen su hermana mayor Art Basel Switzerland, Frieze Art Fair y TEFAF entre otras decenas de propuestas.

Esto es lo que llaman el efecto Art Basel. Art Basel Miami produce un impacto económico de alrededor de 500 millones de dólares al año (millones de euros ) solo en la economía local. Frize Art, con sedes en Londres, Nueva York y Los Ángeles, le ha imitado el estilo y solo en Nueva York ya sobrepsasa los 100 millones de dólares en impacto económico sobre la ciudad de los rascacielos.

 

 

Los galeristas a los que pudo entrevistar Clare McAndrew para su informe aseguran que el 46% de sus ventas de 2018 se produjo en ferias, un 5% más que un año antes. Y entre las 27o convocatorias internacionales generaron nada menos que 15,5 billones de dólares (13.600 millones de euros), un 17% más que el ejercicio anterior, cuando los galeristas pagaron un total de 4,6 billones de dólares (4.000 millones de euros) por participar en ferias.

Aunque la opacidad del mercado del arte impide ofrecer un cómputo preciso del negocio final de las ferias, nadie se cree aquello de que el modelo ha muerto. En un artículo para Vulture, el afamado crítico Jerry Saltz predice la muerte de la feria de arte argumentando que estas convocatorias se han convertido en “grandes centros comerciales comisariados para atraer a la gente sin enfocarse en los negocios”. Pero ¿la distancia que han comenzado a marcar con respecto a las ventas en galerías hace más daño que bien?

 

 

Parra y Romero lo niega. Eloy Molanes, en el stand de la casa madrileña, reconoce una mejoría de las ventas en galería en detrimento de las que se concretan en las ferias internacionales. Este espacio, que vende obras entre 10.000 y 270.000 euros, representa la excepción que hace la norma entre el consenso de galeritas: “70% de coleccionistas extranjeros frente al 30% de nacionales”.

Belén Herrera, directora comercial de Malborough, se agarra a los datos para mantener una firme confianza en los certámenes internacionales en general y en Arco en particular. “Entre el 10 y el 15% de las ventas anuales de la galería se producen en esta feria”, explica rodeada de Genoveses en la trastienda de su stand, “y esas ventas marcan para nosotros el curso económico del año”.

Confirma la idea José de la Mano, director de esta galería, quien confiesa haber llegado a la inauguración de Arco con cierto recelo, alimentado por las previsiones de una contención en las ventas este 2019 por la situación política y la alargada sombra del Brexit. Pepe de la Mano suma su voz a la del consenso cuando afirma que esta edición se ha acercado a su espléndido stand en Arco. “Mucho más coleccionista nacional que extranjero, a diferencia de anteriores ediciones”, comenta al frente de una galería que ha hecho de la arquitectura su alter ego y de Ángel Duarte su artista estrella. “Quizá haya sido la oferta que hemos traído este año la que haya atraído a mayor número de españoles”, matiza.

 

 

Con una propuesta mucho más arriesgada, ADN Barcelona, donde todo es súper mega ultra conceptual, ha vendido piezas entre 1.000 y 20.000 euros, “una cifra que mis colegas no creerían”, confiesa con reticencia Miguel Ángel Sánchez, su director.

La incertidumbre política en España con el abanico político al completo a punto de elecciones (las generales se celebran el 28 de abril y las municipales, autonómicas y europeas el 26 de mayo), la crisis en Venezuela y el Brexit planeando sobre nuestras cabezas han favorecido al arte de calidad. Los coleccionistas buscan en estos momentos inversiones estables, apuestas seguras y arriesgarse lo menos posible.

Quien sabe si superada ya la era Urroz y todas las incertidumbres políticas del momento, la 39 edición de ARCOmadrid que dirigirá Maribel López recuperará las estridencias de certámenes pasados, de modo que la feria se olvide de nuevo de vender arte y España de comprárselo.

 

 

Art Market Bloggers:  

 

Marta Molina

Marta Molina es periodista especializada en Economía y una apasionada amante del arte.

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