Jaume Plensa toma el Palacio de Cristal

Considerado como uno de los máximos exponentes de la escena escultórica actual, Jaume Plensa es conocido internacionalmente por sus piezas e instalaciones en espacios públicos. El famoso escultor recurre a la espiritualidad y el cuerpo para crear unas obras donde la esencia está en lo invisible. El polifacético artista Jaume Plensa nació en 1955 en Barcelona, ​​donde estudió en la Escuela de Arte y Diseño Llotja y en la Escuela de Bellas Artes Sant Jordi. Desde 1980, año de su primera exposición en Barcelona, ​​ha vivido y trabajado en Berlín, Bruselas, Inglaterra, Francia y Estados Unidos, actualmente reside y trabaja en Barcelona. Ha sido profesor en la École Nationale Supérieure des Beaux-Arts en París y colabora regularmente con la Escuela del Instituto de Arte de Chicago como profesor invitado. También ha impartido numerosas conferencias y cursos en otras universidades, museos e instituciones culturales de todo el mundo.

Jaume Plensa ha recibido numerosos premios nacionales e internacionales, entre ellos el Medaille de Chevalier des Arts et des Lettres , otorgado por el Ministerio de Cultura de Francia, en 1993, y el Premio Nacional de Bellas Artes de la Generalidad de Cataluña en 1997. En 2005, invirtió el Doctor Honoris Causa por la Escuela del Instituto de Arte de Chicago. En España, recibió el Premio Nacional de Bellas Artes en 2012 y el prestigioso Premio Velázquez de las Artes en 2013.

Aunque se ha centrado siempre en la escultura, ha experimentado con el sonido, el video, el dibujo, el grabado y hasta la escenografía colaborando con la compañía “La Fura del Baus” en cuatro óperas clásicas. Entre sus grandes obras se encuentran piezas escultóricas e instalaciones pensadas para espacios públicos de países como Italia, Japón, Canadá, Suecia o Tailandia. Los trabajos de Plensa se han mostrado en museos de todo el mundo como el Madison Museum of Contemporary Art en Wisconsin o el Museum of Modern Art de Helsinki.

Jaume Plensa regresa, dieciocho años después, al parque más famoso de Madrid, el Retiro. En 2000 expuso en el vecino Palacio de Velázquez. Ahora lo hace en el de Cristal, del 16 noviembre al 3 de marzo de 2019, como recompensa por haber ganado el premio Velázquez hace ya unos años. El siguiente proyecto del artista Jaume Plensa concebido específicamente para el Palacio, y que muestra un conjunto escultórico conformado por mallas de acero que dibujan en el espacio los rostros inacabados de figuras de gran formato suspendidas en el aire, atravesadas por la luz y detenidas en el tiempo que parecen personas etéreas.

Tres monumentales cabezas hechas con mallas de acero inoxidable, suspendidas en el aire, invaden el Palacio de Cristal del Retiro. Durante el complejo proceso de montaje, se advertía de forma clara su presencia, pero ayer, con lluvia y el cielo grisáceo sobre Madrid, estas esculturas fantasmales parecían a punto de desaparecer. De ahí el título de esta instalación, “Invisibles”, concebida específicamente para este espacio, una de las sedes del Museo Reina Sofía.

En tiempos actuales estas tres cabezas reclaman silencio, acercando el dedo índice a sus labios. «Es un momento muy ruidoso. Hay veces que, cuando hablas, no sabes si lo que estás diciendo lo has pensado tú o simplemente es un eco de mensajes que te han llegado y no sabes de quiénes son. Hoy, por desgracia, el silencio se ha de fabricar; si no, no existe», advierte el artista al periódico ABC.

Comisariada por João Fernandes, la exposición coindice con una muestra retrospectiva en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona donde se exponen obras del artista desde la década de los 80 hasta las más recientes reflejando el recorrido y los cambios del escultor. En diciembre instalará otra pieza, “Julia”, de doce metros de altura, en la plaza de Colón de Madrid. Es una mujer con los ojos cerrados que invita también al espectador a la introspección, pero de una forma más totémica. Será bonito para el público de Madrid tener estas dos lecturas del trabajo de este gran artista. “El Palacio de Cristal es un espacio muy romántico, junto a un lago maravilloso y unos árboles que me vuelven loco. Colón es una bofetada de tráfico, ruido, gente, edificios peleándose para destacar. La pieza que voy a instalar allí va a generar una enorme quietud”, comenta el artista.

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