Manolo Valdés

Manolo Valdés Blasco nació el 8 de marzo de 1942 en la ciudad de Valencia. Es un pintor y escultor español. Fue el introductor en España de una forma de expresión artística que combina el compromiso político y social con el humor y la ironía. Influido por Velázquez, Rembrandt, Rubens y Matisse, Manolo Valdés realiza una obra de gran formato en la que las luces y colores expresan un sentimiento de tactilidad por el tratamiento dado a los materiales. Su obra fuerza a quien la observa a indagar en la memoria y buscar imágenes significativas de la historia del arte.

Cursó el bachillerato en el colegio de los dominicos de su ciudad natal. En 1957, una vez finalizados dichos estudios, ingresó en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos. La formación excesivamente académica que allí se impartía no debió satisfacerle demasiado ya que, sólo dos años más tarde, abandonó esta institución para dedicarse por completo a la pintura. Ya en los primeros trabajos, ejecutados al poco de dejar la Escuela, el joven Valdés demostró una capacidad creadora y una habilidad técnico-formal fuera de lo habitual. En 1962 presentó un conjunto de obras en la Galería Nebli de Madrid, en la que supuso su primera exposición individual.

En 1964 Manolo Valdés, Rafael Solbes, Juan Antonio Toledo y el historiador del arte Tomás Llorens, se unieron y formaron el “Equipo Crónica”. Un año después, Juan Antonio Toledo abandonó el proyecto y quedaría, hasta la muerte de Solbes, en 1981, en manos de los dos primeros. El Equipo Crónica, en un momento en el que el país, aunque de manera tímida, se abría a la economía de mercado, apostó por redefinir el papel del arte y del artista en el marco de esa España en pleno proceso de transformación. Estaba influido por los debates generados en el seno de Estampa Popular, y surgió como una crítica al individualismo y a la imagen romántica del artista.

Aunque ya desde las primeras exposiciones no faltaron voces que ponían en duda esa forma colectiva de trabajo, ya que se decía que dentro del grupo Solbes era quien pensaba y Valdés quien pintaba, lo cierto fue que mientras duró su andadura, ambos conceptualizaron y pintaron por igual. Desde el primer momento, y en un sentido parecido al formulado por el pop art inglés y norteamericano, el Equipo Crónica consideró que las imágenes, ya provenientes de la alta cultura y de la cultura de masas, eran esencialmente un vehículo comunicativo. Para ambos artistas, una imagen procedente del cine, el cómic o las revistas ilustradas tenía idéntico valor que una reproducción gráfica de una pintura de Velázquez, Vincent van Gogh o Pablo Picasso. Este estudio compositivo, será la estrategia a través de la cual el Equipo Crónica proyectará su mirada irónica, cuando no crítica, sobre la realidad de la época.

En 1981, cuando estaban trabajando en la que sería su última serie, falleció Rafael Solbes. En aquellos momentos personalmente difíciles, a Manolo Valdés se le sumó la incertidumbre de decidir cómo y hacia dónde proseguir su carrera. Podía elegir entre continuar con lo que había sido el Equipo Crónica, solo o en compañía de otro pintor, o emprender camino en solitario. Eligió esta última opción.

La primera exposición que realizó después de la muerte de Solbes fue en la Galería Maeght de Barcelona en 1982. Presentó un conjunto de pinturas y esculturas en las que había reelaborado, sirviéndose de distintos lenguajes vanguardistas, el famoso Retrato de la reina Mariana de Austria de Velázquez. En una línea parecida a la del Equipo Crónica, esa mezcla de motivos y estilos dispares daba lugar a una Mariana transmutada, a una Mariana que, ya a la manera de Picasso, Kandinsky o Joan Miró, rebasaba los referentes historicistas para convertirse en un homenaje al propio quehacer artístico.

A lo largo de los años ochenta, Valdés fue incorporando un nuevo sentido del tratamiento pictórico que lo alejó progresivamente de los modos de hacer heredados de su etapa en el Equipo Crónica. Aunque seguiría inspirándose en las grandes obras de la historia del arte, la narratividad o el gusto por la ironía fueron desapareciendo a favor de una pintura cada vez más densa y esencial. A través de ese reencuentro con la textura y la materia, y aun sin apartarse nunca de la figuración, sus trabajos se acercaron técnicamente a los de pintores informalistas como Manolo Millares, Antoni Tàpies o Jean Dubuffet. Asimismo, también en esos mismos años, la escultura fue ocupando un papel cada vez más relevante dentro de su producción.

En 1989, buscando nuevos estímulos creativos, se trasladó junto con su familia a Nueva York, ciudad en la que ha seguido viviendo y trabajando desde entonces. En lo sustancial, a lo largo de la década de los noventa, Valdés continuó con esa línea de trabajo basada en la asimilación y reelaboración de objetos y de obras de arte.

Valdés ha recibido varios premios, entre los que destacan en 1965 los premios Lissone y Biella en Milán en 1979; la Medalla de plata de la II Bienal Internacional de Grabados en Tokio y el Premio del Museo de Arte Bridgestone en Lisboa; en 1983 el Premio Nacional de Artes Plásticas; el Premio Alfons Roig, en Valencia; el Premio Nacional de Bellas Artes de España; en 1986 la Medalla de la Bienal del Festival Internacional de Artistas Plásticos, en Bagdad y en 1993 la Condecoración de la Orden de Andrés Bello en la clase de Banda de Honor, en Venezuela.

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