11 Jun “A mí la perfección nunca me ha interesado demasiado”. Entrevista a Blanca Berlín
Abrió su galería en 2007, cuando aún no existía en España un mercado consolidado para la fotografía. Un año después estalló la crisis económica, que tanto afectó al sistema del arte. Muchas galerías tuvieron que cerrar sus puertas para siempre, pero no la suya. Ella misma reconoce que aquella fue “una apuesta muy arriesgada en la que pude haberme estrellado”. No obstante, “fue una conjunción de factores lo que hizo que la aventura terminara siendo un éxito”. De hecho, su galería es hoy en día una referencia en España para los coleccionistas y los apasionados de la fotografía española e internacional.
Trabajó durante más de veinte años como fotógrafa profesional y, además de ser galerista, en la actualidad desempeña una importante labor de comisariado para promover el trabajo de algunos de los mejores fotógrafos contemporáneos, tanto consagrados como emergentes o de media carrera.
Ella es Blanca Berlín. En la oferta de su galería, situada en pleno centro de Madrid, podemos encontrar obras de algunos de los mejores artistas del mundo, como Isabel Muñoz, Juan Manuel Castro Prieto o Luis González Palma por mencionar solo algunos.
Hasta finales de julio nos presenta la maravillosa exposición “Trilogía del alma: Renacimiento” de Soledad Córdoba (Avilés, 1977), artista española de reconocido talento, ganadora entre otras cosas del primer premio de Fotografía El Cultural del diario El Mundo.
La galería Blanca Berlín se fundó en 2007 y fue una de las primeras en España especializadas en fotografía nacional e internacional contemporánea. ¿Existían en ese momento una demanda y un mercado para este tipo de obras, o se trató más bien de una apuesta?
En el momento en que se fundó la galería, en 2007, no se podría decir que existiera un mercado consolidado para la fotografía ni una demanda realmente tan específica. Fue una apuesta de alguien que, como yo, procede de la fotografía, la pasión de toda una vida y mi oficio durante una gran parte de ella. Por aquel entonces, yo trabajaba de fotógrafa profesional, dedicación a la que consagré más de veinte años, la mayoría de ellos en el sector editorial, más concretamente en revistas de viajes. Cuando la fotografía digital se fue imponiendo, fue haciéndose evidente que la fotografía, sobre todo en el sector en el que yo trabajaba, era un oficio en vías de desaparición o, al menos, de mucha precarización. Fue entonces cuando tomé la decisión de reciclarme laboralmente en algo que tuviera relación con la fotografía, que se había convertido en casi una manera de vivir. Y decidí montar una galería dedicada a la fotografía, una apuesta muy arriesgada en la que pude haberme estrellado, pero creo que fue una conjunción de factores lo que hizo que la aventura terminara siendo un éxito, sobre todo teniendo en cuenta que abrí en 2007 y en 2008 empezó la crisis. La galería resistió contra viento y marea y ahora se podría decir que está consolidada. Creo que, en vez de estrellarme, lo que tuve es buena estrella…
Acabas de recordar que trabajaste durante mucho tiempo como fotógrafa profesional (para importantes periódicos y revistas españolas y extranjeras). ¿Cómo influyó esta experiencia previa en tu manera de abordar el proyecto de la galería?
En mis viajes de trabajo, que eran continuos, siempre intentaba localizar y visitar todo aquello que tuviera relación con la fotografía: galerías, museos, exposiciones… Miraba todo: revistas españolas y extranjeras dedicadas al arte y a la fotografía, libros, hasta postales… Y esto sin duda influyó muchísimo en mi manera de abordar el proyecto de la galería, para descubrir que, lamentablemente, en España existía todavía muy poco donde escarbar en ese terreno. Traté de encontrar galerías especializadas o museos en los que hubiera fotografía y he de decir que, en aquellos años, este campo era un auténtico erial, con algunas experiencias interesantes, como el Fotocentro, que abrieron Aurora Fierro y Belén Agosti o, más tarde, PHotoEspaña, que sin duda fue una aportación imprescindible para que la fotografía pudiera tener la potencia que tiene ahora. Hubo ciertas galerías, Redor en Madrid, Spectrum en Zaragoza, Visor en Valencia y alguna otra que dedicaba algo de atención a la fotografía, pero poco más. No tuve cerca ningún modelo en el que inspirarme y lo hice más bien pensando en galerías que había descubierto fuera, sobre todo en Estados Unidos.
Como comentaste antes, un año después de abrir la galería estalló la crisis económica, algo que afectó a todo el sistema del arte y especialmente al mercado. No obstante, conseguiste convertir la marca “Blanca Berlín” en una referencia para la fotografía en España. ¿Qué balance haces de estos años de actividad? ¿Hay algo por el que te sientes especialmente satisfecha?
Si hubiera de decir por qué me siento especialmente satisfecha, sería por haber contribuido a poner la fotografía en el sitio que le corresponde en este país y haber conseguido que muchos, incluso amigos míos que no entendían que la fotografía pudiera considerarse obra de arte, se hayan hecho auténticos entusiastas y admiradores de la fotografía en su perfil más artístico. Y que algunos coleccionistas e instituciones hayan aportado fotografías a sus colecciones. También, que algunos de nuestros fotógrafos hayan empezado a ser tenidos en cuenta internacionalmente, llevándoles a ferias, vendiendo su obra a coleccionistas internacionales. Aunque debo añadir que la internacionalización de la fotografía española, muy precaria todavía, es una responsabilidad que no debe recaer sobre hombros privados, sino que atañe a las instituciones públicas culturales que, en mi opinión, no hacen todo lo necesario para dar mayor relevancia a nuestros fotógrafos.
¿Con qué tipo de coleccionista trabaja la galería?
Algunos de los coleccionistas con los que trabaja la galería empezaron sus colecciones conmigo y tienen ya colecciones de fotografía muy potentes. Gente no necesariamente joven, aunque muchos se encuadran en este perfil, sobre todo los que provienen de profesiones liberales: arquitectos, interioristas, abogados… También, coleccionistas que se dedicaban a otro tipo de arte y que han ido incorporando la fotografía en sus colecciones.
¿Es cierto, en general, que la fotografía está más demandada por los coleccionistas jóvenes y con menor poder adquisitivo?
No sé si más demandada, pero sin duda lo está por coleccionistas jóvenes con menor poder adquisitivo que empiezan comprando con presupuestos reducidos. Muchos de estos compradores incipientes terminan por contagiarse del veneno del coleccionismo, casi una compulsión, y vuelven y vuelven, y al final se han convertido en coleccionistas sin casi haberse dado cuenta: sustraerse a esa especie de canto de sirena del coleccionismo no siempre es fácil, es algo adictivo. La demanda también procede de coleccionistas que se dedicaban a otros tipos de formulaciones artísticas y que ahora están adquiriendo fotografía. Y esto también se puede aplicar a las instituciones. Y, por supuesto, los entusiastas de la fotografía a la que dedican todos sus esfuerzos como recolectores de arte.
¿Cómo ves la situación actual del coleccionismo de fotografía en España?
La situación actual del coleccionismo de fotografía en España todavía tiene bastante que envidiar a la de otros países con mayor tradición fotográfica, como pueden ser Estados Unidos, Francia o Inglaterra. Pero va consolidándose cada vez más y va surgiendo un coleccionismo que ya mira a la fotografía con mucho interés, tanto por su connotación artística como por su valor de inversión.
¿Y a nivel creativo? ¿Cómo valoras la calidad de lo que se está haciendo ahora en fotografía en España?
Así como la situación del coleccionismo de fotografía en España presenta un cierto decalaje con respecto a la de otros países, no ocurre lo mismo con la creatividad de nuestros fotógrafos, que es extraordinaria. Hay una calidad enorme, nada que envidiar a lo que se hace fuera. Pero tenemos un hándicap que nos lastra mucho a la hora de “vender” a nuestros fotógrafos en el exterior y es el desconocimiento que existe fuera con respecto a la fotografía española. Hay que exigir a las instituciones culturales nacionales que hagan más por internacionalizar la presencia de la fotografía española en el exterior. Es una vergüenza que no tengamos ni un centro nacional de fotografía y, claro, no se puede cargar todo sobre el sector privado que intentamos sacar a nuestros fotógrafos fuera llevándolos a las ferias y ofreciendo su trabajo a los coleccionistas extranjeros, pero no es suficiente, hay que apoyar mucho más a este sector en España. A veces, para ser aceptados en las ferias más importantes, tenemos que llevar nombres extranjeros porque a los españoles ni les conocen. Y camuflar a nuestros fotógrafos entre otros más conocidos fuera y no siempre, ni mucho menos, mejores. Realmente es algo dramático.
¿Destacarías algún nombre de artista en particular?
No me gusta dar nombres, porque siempre te dejas fuera a muchos otros que merecen igualmente ser mencionados. Por nombrar a algunos, pero solo a nivel indicativo, Cristina García Rodero, Chema Madoz, Canogar, Castro Prieto o Isabel Muñoz. Entre los clásicos, muchos del Grupo AFAL, como Ramón Masats o Gabriel Cualladó. En cuanto a jóvenes, me gusta mucho Lola Guerrera, Soledad Córdoba, protagonista de nuestra exposición actual, Olalla Gómez y algunos otros. Realmente sería una lista casi interminable.
Además de ser fotógrafa y galerista, te dedicas también al comisariado, promoviendo el trabajo de fotógrafos tanto consagrados como emergentes o de media carrera. ¿Con qué criterios seleccionas los artistas con los que trabajas?
Uno de los aspectos que más me gustan de tener una galería es el poder crear proyectos artísticos que se materializan dentro de la propia galería y otras veces fuera de ella, en museos o instituciones. Los criterios que utilizamos, y hablo en plural porque me gusta contar siempre con el equipo que me acompaña en la galería, suelen variar bastante si se trata de fotógrafos emergentes o de fotógrafos más consagrados. Pero en todos ellos busco autenticidad, que su trabajo creativo refleje sus pulsiones internas, las preguntas que se hacen en cuanto a su situación en el mundo o las respuestas que buscan como seres humanos. Cuando su carrera ya está consolidada, necesito ver que no se anclan en el trabajo que les ha dado éxito, sino que siguen experimentando y evolucionando, arriesgando. Y cuando son emergentes, me fijo mucho en que su trayectoria sea coherente, que su trabajo sea producto del talento y no de la casualidad, que no responda tan solo a un acierto momentáneo. Necesito percibir que se responsabilizan con su carrera artística, saber que su obra tiene mucho trabajo detrás y mucho futuro por delante. Que se vea que es una carrera que va a progresar. Eso es muy importante para mí. Y muy ilusionante poder acompañar a las jóvenes promesas y a los más veteranos en la evolución de sus carreras.
¿En qué se diferencia, en tu opinión, una buena fotografía de una auténtica obra de arte?
Esta pregunta es complicada de responder. Creo que se relaciona con lo que te contaba antes sobre lo que yo espero de un artista. Yo misma me considero una buena profesional de la fotografía, pero no una artista. No todos los fotógrafos que salen de las escuelas haciendo muy buenos trabajos, o los fotógrafos que como yo tenemos o hemos tenido la fotografía como oficio, hacemos trabajos que valen para ser considerados obras de arte, aunque sean muy buenos. Detrás tiene que haber todo esto de lo que te he hablado antes: un diálogo interno, una búsqueda de preguntas y respuestas vitales, una coherencia y una autenticidad profundas. No es fácil contestar a esta pregunta…
¿Estás de acuerdo con quien afirma que hoy en día ya no tiene sentido distinguir entre fotografía analógica y fotografía digital?
No solo no estoy de acuerdo, sino que creo que quien afirme tal cosa tiene poca idea de lo que es la fotografía. Claro que tiene sentido. De hecho, cuando jóvenes artistas o fotógrafos me piden consejo —hoy en día ya no sabes muy bien quién es puramente fotógrafo y quién es un artista que utiliza la fotografía (me interesan ambos)— yo les aconsejo que, si se van a dedicar a la fotografía artística, no deberían dejar de lado la fotografía analógica. Las copias fotográficas analógicas son pequeñas joyas, difíciles de encontrar hoy en día, en las que confluyen muchos factores, según la maestría de quién las haya positivado, su utilización de los químicos y los virados, la manera de hacer las reservas de luz… Me encantan estas copias precisamente porque son imperfectas, porque no hay dos exactamente iguales, sus texturas, la profundidad de sus altas y bajas luces… Para mí, la fotografía digital es demasiado uniforme, demasiado perfecta, y a mí la perfección nunca me ha interesado demasiado. La fotografía digital me parece un excelente recurso en el arte fotográfico. Por ejemplo, recientemente he comisariado la exposición “El no retorno”, de Cecilia Paredes, en el Museo Universidad de Navarra, en Pamplona. Cecilia es una artista muy conceptual que en sus fotoperformances se vale de la fotografía digital, tanto en la toma como en la impresión, porque no puede ser de otra manera, y me parece perfecto. Pero, para mí, aunque por supuesto valoro en su justa medida la fotografía digital, los procesos analógicos se llevan la palma en cuanto a objeto de deseo. Y muchos coleccionistas de fotografía los valoran también muchísimo.
¿Crees que la omnipresencia de Internet y la facilidad de producir y consumir imágenes (a través de tecnologías cada vez más potentes y baratas) están empobreciendo el gusto y el criterio de elección, o al revés están favoreciendo la difusión de la pasión por la fotografía y el coleccionismo?
La facilidad de producir y consumir imágenes que tenemos hoy hace que muchos crean que la fotografía no tiene hoy el mismo valor que tenía antes, porque es más fácil que cualquiera la haga. Yo creo que, al contario, el buen fotógrafo sigue siendo un fotógrafo que ha formado su ojo, que sabe mirar, que tiene talento y el mal fotógrafo sigue siendo mal fotógrafo, por muy fácil que se le ponga ahora la toma fotográfica. La generalización empobrece de alguna manera el gusto, quizás sí, pero también, por otro lado, favorece el que se difunda la pasión por la fotografía y el coleccionismo, y hace más fácil la interrelación de las galerías con compradores y entusiastas de otras parte del mundo, que de otra manera, si no hubiera sido en ferias, no habrían podido llegar hasta nosotros. Sin embargo, cuando alguien compra una fotografía la quiere ver físicamente y yo creo que es importantísimo que se pueda tocar, que se pueda ver su calidad, cómo brilla, la profundidad de los negros, la riqueza cromática etc. Lo ves todo mucho mejor en la galería que por Internet, pero sin duda ayuda.
¿Qué podemos ver actualmente en la galería Blanca Berlín?
Hasta al 31 de julio, y dentro del marco de PHotoEspaña, presentamos la exposición “Trilogía del alma: Renacimiento” de Soledad Córdoba, comisariada por Zara Fernández de Moya. Como la propia artista afirma, es el resultado de un viaje iniciático, un camino místico, en respuesta a su introspección sobre el alma y sus estados, que para la artista asturiana son seis: resistencia, sacrificio, desprendimiento, trascendencia, purificación y renacimiento. Cada uno de estos estados ha sido objeto de una formulación plástica diferente que se ha traducido también en diferentes exposiciones. El elemento principal de todas ellas es la fotografía, con acciones performáticas en las que la figura de la artista, elemento central de toda su obra, se funde con el desierto como un organismo animado. Hay también videos, instalaciones, escenografías… “Renacimiento” es la que mostramos en esta ocasión y que pone el broche a este impresionante cuerpo de trabajo, tras el que existe una extensa y bien documentada investigación, con referentes como María Zambrano o Juan Eduardo Cirlot.
QUÉ SE PUEDE VER AHORA EN BLANCA BERLÍN
Estos días se presenta la exposición “Trilogía del alma: Renacimiento” de Soledad Córdoba (Avilés, 1977), dentro del marco de PHotoEspaña 2019. En palabras de la comisaria Zara Fernández de Moya: “el cuerpo de Soledad Córdoba, elemento central de toda su obra, se funde con el desierto como un organismo animado, como región irreductible donde explorar diferentes estados del alma (génesis de sus visiones poéticas)”. Más información disponible en la web de Blanca Berlín: https://www.blancaberlingaleria.com
Hasta el 31 DE JULIO DE 2019
Miércoles a Viernes: de 10:30 – 14:30h. | 16:00 – 21:00 h.
Sábado: 11:00 – 14.30h | 17:00 – 20.30h.
Blanca Berlín
C/ del Limón, 28 (frente a C.C. Conde Duque)
28015, Madrid.
Metro: Noviciado, San Bernardo, Ventura Rodríguez.
Bus: Líneas 1, 2, 44, 133, 138, C1.
Parking: Calle Santa Cruz de Marcenado nº20 y nº14.
galeria@blancaberlingaleria.com
(+34) 91 54 29 313
(+34) 607 79 40 76
Nicola Mariani (Perugia, Italia, 1972)
Sociólogo y crítico de arte independiente. Es especialista en Arte Contemporáneo, Sociología del Consumo y Marketing. Autor de artículos y ensayos, ha impartido ponencias y seminarios. Entre otras cosas, es blogger oficial del Museo Vivanco Cultura de Vino y colabora con la revista digital Madriz.
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