ARCO y su extrarradio: Madrid rebosa vida

ARCO y su extrarradio: Madrid rebosa vida

Quien pasease por la capital estos días no podría evitar respirar ARCOmadrid. Es habitual pensar que una feria se condensa dentro de las paredes del recinto en el que se celebra: que tiene una hora de apertura y una de cierre. Nada más lejos de la realidad. Madrid exudaba ARCOmadrid por los cuatro costados, demostrando una fuerza y una valía artísticas que no distan tanto de otras grandes ferias internacionales de comercio artístico. Porque aunque se trata de eso, de comercio, de venta, de galerías compitiendo por mostrar sus obras a un público ávido por verlas, hay más factores en la ecuación.

ARCOmadrid es un nexo de reunión. ARCOmadrid es la vida del arte en su punto más álgido. ARCOmadrid es polémica, disfrute. ARCOmadrid no es solo una feria de venta de arte. ARCOmadrid es mucho más. Cuando visitas la feria por vez primera, encuentras multitud de personas hablando, debatiendo, disfrutando. Es cierto que las galerías no respiran, no se detienen. Sus representantes no cesan en su labor: hablar, dar tarjetas, informar, explicar. El asunto está más que claro.

Por otro lado. La creencia de que el arte es exclusivo y que solo el nivel más alto de la sociedad puede acceder a lo que se vende en ARCOmadrid es irreal. De hecho, en la edición de este 2017 había un mayoritario tanto por ciento de obras con un precio de venta menor a los 10.000€. No es lo más asequible del mundo, pero para los amantes y coleccionistas del arte que tienen un bolsillo más reducido dentro de la media, es válido.

No hay que negar otros precios: El triunfo de Nautilus, Salvador Dalí, 1,4 millones de euros (Galería Leandro Navarro); cilindro de vidrio, Roni Horn, $975.000; The Red Base, Alexander Calder, 2,5 millones de euros (Galería Mayoral); obras de David Hockney, 28.000€ cada una (Galería Lelong); escultura del gran ojo, Joan Miró, 470.000€;…

Hablemos de números: ARCOmadrid ha salido rentable. Con más de 100.000 visitantes en los cinco días de feria casi ininterrumpida, más de un millón de euros (que se dice pronto) vendidos tanto a particulares, como al Estado, Museos,… se ha saldado la feria de arte contemporáneo más importante del año en España. “La mejor de los últimos siete años” ha sentenciado Carlos Urroz, director de ARCOmadrid. Más lo que queda por venderse, ya que ARCO es el germen de las ventas anuales. Los coleccionistas estudian las obras, y meses más tarde deciden comprarlas. No en vano, según Claire McAndrew, ARCOmadrid genera y marca el 60% de las ventas que se realizarán a lo largo del año.

Las compras institucionales que han sido confirmadas por ARCO han sido las de la propia Fundación ARCO, por valor de 146.000€, recaudado en donaciones particulares y la Cena de los Premios Fundación ARCO 2017. Fueron ventas asesoradas por Miguel von Hafe y Manuel Segade, correspondientes a siete artistas: Falke Pisano (Ellen de Bruijne Projects), tres obras de Ivan Grilo (Casa Triángulo), Daniel Steegmann Mangrané (Esther Schipper), dos obras de Sergio Prego (Ethall), dos piezas de Von Calhau! (Pedro Alfacinha), Gwenneth Boelens (Klemm’s), Irma Blank (P420),… que entrarán en la colección del CA2M (Centro de Arte Dos de Mayo de la Comunidad de Madrid).

Otro gran comprador ha sido el Centro de Arte Reina Sofía: dieciocho obras de doce artistas, siendo un total de 389.200€ invertidos. Se cuentan entre las obras adquiridas trabajos de Eloy Laguardia y Mathias Goeritz (Escuela de Altamira, ambos), Mladen Stilinovic, Ferran García Sevilla, Anna Opermann, Anne-Marie Schneider y Adriana Bustos (ligados al Centro de Cálculo).

También ha dejado huella Eduardo Costantini: piezas de Alejandra Seeber (Barro), Augusto de Campos (Luciana Brito Galería), Marta Boto (Galeria Marta Calcaterra), Juan Tessi (Galería Nora Fish), Mirtha Dermisache (Mauro Herlitzka), Elda Cerrato (Henrique Farias), Analia Saban (Tanya Bonakdar), Jorge Macchi y Edgardo Rudnitzky (Galería Continúa), Sebastián Días Morales (Carlier Gebauer) y Ximena Garrido Leca (Galería Livia Benavides). La Fundación Helga de Alvear se ha hecho con piezas de autores de gran renombre, como son José Luis Alexanco (José de la Mano), Antoni Tàpies (Cayón), Jorge Oteiza (Marc Domènech) y Miquel Barceló (Elvira González). Otras instituciones también han adquirido obras, como son Banco Sabadell, Fundación EDP, Artium. MoMa, DKV Seguros,…

Dentro del paradigma de Madrid y su ARCO, encontramos otras pequeñas muestras que no quedan atrás. Ni mucho menos. Tenemos ArtMadrid, dentro del Ayuntamiento de la ciudad, JustMad en Chueca, Hybrid (Santa Bárbara), Drawing Room (C/Velázquez, 12),… y otras tantas, al igual que las fiestas nocturnas que corren por la capital dedicadas a estos profesionales del arte y la cultura. De todas ellas, quizá la que más llamativa y especial resulte es Hybrid: localizada en uno de los centros neurálgicos de cerveceo madrileño, muestra una serie de artistas que se presentan como un arte emergente real en las habitaciones de un hotel.

La polémica siempre está servida en ARCOmadrid. En este caso, tenemos 200 galerías de 27 países diferentes, entre las cuales encontramos obras polémicas y sin sentido aparente, como un piano de cola recubierto de papel de seda, coronado por una guirnalda de pañuelos de colores alternados entre condones a medio llenar, cruzando el stand. Las opiniones eran diversas. Actualmente, el arte contemporáneo a nivel decorativo ha sido más que asumido, pero las actuaciones artísticas comprometidas con elementos que de por si pueden generar un debate en la población aún provocan ligeros estallidos de estrés. No solo para el público de a pie, también jóvenes profesionales del mundo del arte encuentran ciertas obras de la feria algo… distendidas.

ARCOmadrid 2017 es menos polémico que las ediciones anteriores: vasos de agua medio llenos (no faltará la broma…), Franco enmarcado y vendido al mejor postor, etc… Podríamos enumerar una larga lista de obras que han generado resquemor a nivel político y social, todas ellas vinculadas a la reinvindicación de ARCOmadrid, año tras año. En este 2017, en cambio, encontramos una feria más reinvindicativa pero menos polémica. Las obras permiten al público observar de manera más discreta y menos drástica esa crítica, lo cual, probablemente, sea un acierto.

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