Galerismo de arte contemporáneo: estado de la cuestión

Galerismo de arte contemporáneo: estado de la cuestión

Es innegable que las galerías de arte contemporáneo han crecido en número desde principios de siglo, debido principalmente a la mayor concienciación de la sociedad en cuanto a su importancia y su peso en la cultura de la humanidad. También ha sido importante el desarrollo de la capacidad económica que se generó en los primeros años de la década del 2000, que fue vinculante a la hora de que los compradores pudieran adquirir las obras de arte y así permitir el crecimiento del galerismo, aunque vimos después un detrimento a la hora de afrontar la crisis. Si bien, al mismo tiempo, no se acusó de forma tan drástica como en otros sectores: los estratos más altos de la población sufrieron menos la crisis, y por tanto siguió habiendo compras y ventas de arte a ciertos niveles.

Aún así, la apertura del arte contemporáneo al público “de a pie”, debido a sus asequibles precios y la facilidad de hallar las obras de arte, ha venido dándose de un tiempo a esta parte al separarse definitivamente de la concepción de “el arte está hecho para la clase alta”. Actualmente no se utiliza el arte como un método de demostración de poder, aunque sí es cierto que sigue vinculado en cierto modo al caché: poseer arte aún se admira y es motivo de vanagloria, pero no de la misma manera que en siglos pasados. Aún así y pese a esto, debemos esforzarnos en acercar el arte contemporáneo a jóvenes que no comprenden aún que está al alcance de su mano, y consideran que, más bien, continúa siendo algo elitista y reservado a unos pocos.

Galerismo

Volviendo al tema que nos ocupa, los proyectos galerísticos del mercado español se ven vinculados a las condiciones políticas y económicas del país, las cuales tienden a variar de drástica manera en función del momento y del gobernante que haya obtenido el favor del pueblo. No todo es por circunstancias políticas, económicas o sociales, también hemos encontrado galerías que han sabido adaptarse de una manera más adecuada a las mismas que otras. No son hándicaps infranqueables, ni mucho menos, más los proyectos galerísticos vinculados intrínsecamente a las decisiones de las administraciones nacionales o locales sí tienen mayores problemas a la hora de mantenerse cuando las circunstancias de los mismos retiran ayudas o proyectos culturales que generan la consabida inestabilidad de las plataformas mercantiles, indistintamente de la situación de un mercado y de la sociedad.

Hablando ahora del cliente y de su relación con los proyectos galerísticos, debemos tener en cuenta que la actitud de los mismos varía entre la indiferencia y la desconsideración. Esto se debe, una vez más, a varios factores, aunque los más importantes vienen ligados a la nula preparación comercial que suelen llevar a sus espaldas los responsables de las galerías. Como cualquier otro negocio, visto desde el prisma de la demanda, deberían vincular su cartera de clientes a un seguimiento y formación, asimilando una cercanía y un aprendizaje de los mismos para una actuación más profesional y, al mismo tiempo, más cercana para con su cliente, más aún si pensamos en que los clientes de los galeristas en un gran número de ocasiones son coleccionistas privados que no “picarán” arte una vez, si no que generarán una serie de compras y ventas continuadas en el tiempo. Conocer sus gustos y su atracción en el mercado sería importante para poder aumentar las ventas y la consideración de la galería.

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Algo que no es muy conocido pero que ha poseído un gran peso en la compraventa de arte en España son las partidas presupuestarias destinadas al apoyo artístico y a la construcción de las colecciones públicas. Esto implica, fundamentalmente, que cada año las administraciones públicas del Estado realizan compras en base a estas adjudicaciones presupuestarias, tanto en arte contemporáneo como en otros sectores. Siempre ha habido algunas galerías que parecen enfocadas en su estrategia comercial a proveer de arte a estos organismos para la creación de nuevos museos y centros artísticos, especialmente en momento de desequilibrio monetario estatal. Estas galerías fueron fundadas principalmente en los noventa, cuando el crecimiento de las industrias culturales del país estaban en auge.

Volvamos a la época de la crisis. Estamos en el año 2012, el momento en el que los proyectos galerísticos empezaron a hundirse sin freno. Previo a esto habíamos visto un consciente, probablemente, descuido de los coleccionistas privados, compradores esporádicos y pequeños coleccionistas, que tienen en común que su presupuesto es menor a los 25.000€ al año para invertir en arte (no hablemos siquiera de los mileuristas que comienzan a invertir). El resultado es ya harto conocido: las galerías deben empezar a afrontar una situación que les es desconocida hasta el momento, debido a su feeling inmediato con los organismos públicos por un lado, y los compradores poco formados y con una gran burbuja económica por el otro, que sin ella no saben bien en qué invertir, ni cómo hacerlo.

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Así pues, encontramos la supervivencia de las galerías que no requerían una excesiva atención del estado y de aquellas que habían realizado de forma exquisita aquello que recomendamos encarecidamente: un seguimiento y fidelización de cliente de forma adecuada. También, por supuesto, fue necesario realizar una adaptación de espacios, medios y capacidades, movilizando ciertos aspectos como son los locales en función del precio del alquiler de los mismos a otros más asequibles.

Cuando hablamos de métodos de fidelización y de seguimiento del cliente, hablamos también de un horario comercial comprometido, que permita tener la absoluta seguridad de saber cuándo encontraremos abierta la galería, una exquisita atención al público, a la postventa y un sistema que permita realizar un seguimiento, como decíamos antes, de los artistas, sus precios de venta orientativos, condiciones de trabajo,…

Es complicado que en la actualidad tengamos una clara idea de las condiciones que un galerista debe aportar para que sus clientes vuelquen un 100% de confianza en ellos, especialmente después de los tiempos duros que ha atravesado España en los últimos años. Y es necesario tener en cuenta también un segundo punto: no deben cuidar solo su imagen para con sus clientes, que son al fin y al cabo su sustento, si no también con respecto a la crítica y los comisarios que estarán atentos a las caídas galerísticas. Hace tiempo se hablaban de tres condiciones estrictamente necesarias para mantener esta confianza y que incluso vaya in crescendo. La primera hablaba de la formación cultural y la educación, la segunda trata sobre la implicación y actividad social, y la tercera es, quizá, la que más dista del bonito e icónico mundo del arte: buena visibilidad de las posibles desventajas económicas y las estrategias que puedan afectar a nivel de empresa.

Estos tres factores deben ser cuidados y mantenidos por los galeristas, favoreciendo así la imagen de la galería de cara a todo el sector artístico. Es importante la colaboración y asociación con otros galeristas y otros focos del sector, permitiendo así aprender en comunidad y dar una mayor fiabilidad a los proyectos comunes. Culturalmente vemos que prácticamente se exige que el galerista sea una persona con una formación cultural superior a la media, y no solo eso, si no que continúe con un estudio activo e íntegro de las novedades culturales que aparecen conforme avanza el tiempo. Socialmente, debe ser una persona abierta. El mundo del arte no solo es ver, es dejarse ver, y asistir a inauguraciones, bienales, ferias,… es algo sumamente importante para la buena convivencia y el avance de tu galería. Desde fuera parece un trabajo ideal, aunque llega un momento en el que el tiempo de descanso o de familia, en algunos meses del año, se convierte en un pequeño infierno personal. Es necesario saber establecer un equilibrio. Y, por último, la parte de empresa. No se come del gusto, y mantener una galería supone en algunas ocasiones un gasto exagerado que es necesario saber medir, gestionar,…

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